viernes, 23 de marzo de 2012

...Foucault: "Vigilar y castigar " textos seleccionados y vídeo sobre el "Panóptico" de Bentham...




“...¿No será que de un modo general el sistema penal es la forma, en la que el poder como poder, se muestra del modo más manifiesto? Reducir a alguien a pan y agua, eso se nos enseñaba de pequeños. La prisión es el único lugar en el que el poder puede manifestarse de forma desnuda, en sus dimensiones más excesivas, y justificarse como poder moral. Meter a alguien en prisión, encerrarlo, privarlo de comida, de calefacción, impedirle salir, hacer el amor..., etc..., ahí está la manifestación del poder más delirante que se pueda imaginar. Su tiranía salvaje aparece entonces como dominación serena del Bien sobre el Mal, del orden sobre el desorden.
Pero hubo un momento histórico en que se pasó del castigo físico a la vigilancia. El momento en el que se ha percibido que era, para la economía del poder, más eficaz y rentable vigilar que castigar. Mi hipótesis es que la prisión ha estado, desde sus comienzos, ligada a un proyecto de transformación de los individuos. Desde el principio, la prisión debía ser un instrumento tan perfeccionado como la escuela, el cuartel o el hospital y actuar con precisión sobre los individuos.
El fracaso ha sido inmediato y registrado casi al mismo tiempo que el proyecto mismo. Desde 1820 se constata que la prisión, lejos de transformar a los criminales en gente honrada, no sirve más que para fabricar nuevos criminales o para hundirlos más en la criminalidad. Entonces, como siempre, el mecanismo del poder ha realizado una utilización estratégica de lo que era un inconveniente. La prisión fabrica delincuentes, pero los delincuentes a fin de cuentas son útiles en el dominio económico y en el dominio político. Los delincuentes sirven. Un ejemplo: todo el mundo sabe que Napoleón III tomó el poder gracias a un grupo constituido, al menos en los niveles más bajos, por delincuentes de derecho común. A partir del momento en que alguien entraba en la prisión, se ponía en marcha un mecanismo que le hacía infame, y cuando salía no podía hacer nada sino recaer en la delincuencia. Me pregunto si no ha sido orquestado precisamente para lograr entre los delincuentes y los obreros malentendidos
 ( disputas ) tan importantes para el funcionamiento general del sistema. En su concepción primitiva, el trabajo penal no es el aprendizaje de un oficio determinado sino el aprendizaje de la virtud misma del trabajo. Trabajar en el vacío, trabajar por trabajar, debía producir en los individuos la forma ideal del trabajador...”







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